Mundial


Sábado, 1 de Julio de 2006, 12:13 hs.
 
 
Estoy frente al teclado de servidor del Cyber, con la mirada perdida desde ayer al mediodía, buscando respuestas que me dolería encontrar. No me importa si argentina mereció ganar ni me interesa si al árbitro lo compraron para la ocasión. Es el Amor al fútbol el que me impulsa a gritar mi indignación.
Y ya nada tiene que ver con mi análisis el partido de ayer, que sólo fue el puntapié inicial de un partido entre oscuros pensamientos y tristes escepticismos. Que como resultado final en el la cima de mis angustias y frustraciones me deja con la macabra reflexión de que la única razón para que la FIFA exista es la ANIQUILACIÓN DEL FUTBOL.
Creada en 1904, la FIFA es una de las pocas instituciones internacionales que sobrevivió a las dos grandes Guerras Mundiales. Extendida sobre todo el mundo con más miembros que la ONU y un presupuesto anual que haría sonrojar al contador de Bill Gates, esta organización maneja el destino del fútbol desde hace más de un siglo.
Revisando su historia, uno encuentra que este organismo siempre fue un aparato no sólo de blanqueo económico, sino también político. Otorgándole el mundial de 1938 a Mussolini o el de 1978 a Videla. O consagrando campeones digitados a los locales por necesidad del negocio, como sucedió en Inglaterra 1966 o Alemania 1974.
Atada a los intereses de sus patrocinadores el padre del actual monstruo, lo definió de la mejor manera “yo VENDO un PRODUCTO que se llama fútbol” (Joao Havelange dixit). El mismo sujeto que un par de años de esa triste frase defendiera en todos los medios internacionales a la junta militar como paladines de los Derechos Humanos.
Este perverso personaje se retiró en 1998 entregándole la manija de la maquinita de hacer dólares a sus dos laderos de toda la vida: el suizo y el ferretero de Sarandí. Repasemos la historia desde ahí: Francia 1998 (campeón el local, Ronaldo juega la final en medio de convulsiones obligado por un contrato entre la CBF y Nike), Corea-Japón 2002 (Corea llega por primera vez en su historia a las semifinales eliminando con fallos arbitrales escandalosos a España e Italia) y así llegamos a Alemania 2006.
A la FIFA le ingresaron por este mundial solo en concepto de televisación y publicidad  u$s 1.800.000.000,-, eso sin contar todo lo que se genera alrededor en esponsoreo de jugadores y selecciones, hotelería, viajes, transferencia de jugadores y demás negocios que genera un mundial y que convierten a este en el evento que más dinero mueve en el mundo. La pregunta es: ¿Qué hace la FIFA con todo ese dinero? Perdónenme la desconfianza, pero no creo que se les vaya todo en tres canchitas en Namibia y dos hospitales en el Congo. Porque las federaciones locales se autofinancian en la gran mayoría, así que si el turismo es una industria sin chimeneas, el fútbol vendría a ser una fabrica de plata en la que la materia prima no tiene costo de producción (o por lo menos no lo pagan).
Me imagino que a esta altura me querrán recordar las transferencias de jugadores de millones de euros y los sueldos y ganancias que hacen que un puñado de estrellas gane miles de dólares por minuto. Pero eso es solo la punta de un iceberg, habría que comparar esos sueldos siderales con el volumen del negocio para ver que tan bien remunerados están, y aun así ellos solo son una minoría que no incluye a la gran mayoría de los profesionales que cuando logran cobrar su sueldo se dan cuenta de que no llegan a fin de mes. Y eso si supusiéramos que futbolistas son solo los profesionales, y no aquellos que todavía juegan por placer pero que no cuentan con una infraestructura digna por falta de presupuesto (todavía veo pelotas hechas con bolsas plásticas rellenas de papel y arcos cuyos palos son dos latas y el travesaño es imaginario).
Y en un mundo que se hunde en la miseria, la lógica neoliberal también se ha hecho carne en el mundo de la nº 5. Millones de niños en todo el mundo dejaron de divertirse con esto para convertirse en potenciales “salvadores” de sus familias. Y es así que son arreados por los “grupos empresarios”, desarraigados de su tierra natal y sometidos a pruebas de exigencia profesional cuando todavía no son adolescentes y si fallan son abandonados sin nombre ni rostro (basta ver la cantidad de africanos en las ligas europeas, sabiendo que por cada uno que esta en la cancha hay casi 20 que fracasaron y ahora buscan ganarse la vida lejos de casa y sin nadie que los apoye).
Mi gremio (el de los “periodistas deportivos”) fue absorbido por “los hombres del mercado”. Y ahora las opiniones de estos señores de gesto serio y ceño fruncido veletean con la rapidez con que las impulsan las conveniencias en la dirección en que soplan los poderosos (¿o acaso ninguno de ellos ve la realidad?).
¿Qué es el fútbol? ¿El que juego todos los jueves a la noche cuando me junto a perder aire (cada vez más rápido) con los pibes de siempre en la canchita de siempre? ¿O el de las publicidades en las que las estrellas del mercado hacen piruetas increíbles?
¿Dónde nacen los cracks? ¿En los laboratorios que descubren cual es la mecánica óseo-muscular optima para impactar el balón? ¿En las fábricas de indumentaria deportiva que se jactan de hacer camisetas que no se sienten, botines con “sensibilidad” o pelotas que cada vez se parecen más a un prototipo de la NASA?
¿Acaso Ronaldinho no inventó sus primeras fantasías en una favela? ¿Tevez no es el mismo que gambeteó las tentaciones de Fuerte Apache? ¿Maradona no empezó a brillar en fiorito?
¿Desde cuando el club de la vuelta de casa tiene que tener menos posibilidades o ayuda estatal que Boca o River?
¿Cuándo nos olvidamos que sólo se trata de divertirse? ¿No aprendimos nada de Brasil? ¿La naranja mecánica necesito ganar un mundial para pasar a la historia?
¿Cuándo nos enseñaron que ganar a cualquier costo también es glorioso? ¿Desde cuando es feliz la desgracia ajena? ¿Cuándo empezamos a ponerle a 23 tipos la obligación de hacernos olvidar penurias de las que no son culpables?
En fin… somos humanos y estamos cargados de contradicciones. Pero si no soy el único que descree de quienes dirigen, ¿Por qué los dejamos hacer estragos? ¿todavía estoy hablando de fútbol?...

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